La patria, según Samuel Johnson, probablemente el mejor crítico literario que ha existido en lengua inglesa, es «el último refugio de los canallas». En efecto: todo aquel que se refugia detrás de una bandera -sea la que sea- disfraza sus intereses (particulares) tras la representación simbólica del bien general. Como es sabido, se trata de dos cosas muy distintas: el espacio común es un ámbito; el privado, otro. En la Marisma, sin embargo, suelen confundirse. Ocurre especialmente entre las élites indígenas, que profesan un amor tan intenso por el presupuesto colectivo que han terminado transmitiéndolo -gracias a un exitoso proceso de emulación social- a las clases populares, que también creen que lo que es de todos en el fondo debería ser intrínsecamente suyo. De ahí que la brevísima historia política de Andalucía oscile entre la plutocracia de aldea y la rapacidad populista, dos desgracias equivalentes.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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