En la Marisma últimamente no ganamos para cera. De velas, se entiende. Si el 2D eran los fieles de la Iglesia del Peronismo Rociero en sus Últimos Días quienes agotaron las reservas de hachones –que son las velas gordas de los pasos– rogando para que un milagro piadoso les permitiera no perder las casullas ni las canonjías que disfrutan gracias al cuento de la Santa Autonomía, ahora son los devotos de la cofradía sacramentada de Nuestro Señor Moreno (Bonilla) y sus chaquetillas azules –tres pasos, el último más bien dogmático– quienes alzan sus plegarias al cielo, infinito y rotundo, para que la procesión entre diestra en San Telmo Quirinale según el reloj cofradiero. Que no está el patio para bromas cuando lo que uno se juega es el mismísimo cuore. Así están las cosas. Los ultramontanos de Vox quieren su foto con PP y Cs. Y no piensan llamar a Luis Crux para que se la haga como cuando uno terminó la carrera. No. Ellos quieren un retrato en su fotomatón. Para ser tan españolazos, los de Vox dicen lo mismo que los niños en Halloween: truco o trato; susto o muerte. Nadie cree que vayan a cumplir sus amenazas, pero tampoco nadie lo descarta por completo. Como diría Jardiel Poncela, con ellos no hay manera.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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