“Amo la traición pero odio al traidor”. La frase, atribuida a Julio César, encaja como un guante a la situación –crítica– por la que pasa el PSOE andaluz, que dos años después de perder deshonrosamente el poder en Andalucía, sumido en una espiral de corrupción –véase la condena del caso ERE, que sentó en el banquillo a la cúpula histórica del partido en la gran autonomía del Sur–, no ha resuelto todavía, ni siquiera de forma virtual, un proceso de renovación necesario para poder no ya reconquistar el Quirinale de San Telmo, sino competir ante unas derechas reunidas –PP, Cs y Vox– cuya mayor preocupación en estos momentos es ver cómo pueden mantener en los dos años escasos de legislatura que restan hasta 2022 una mayoría establecida en 2018 que, en estos momentos, es electoralmente incierta.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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