Ha sido una conversión súbita. Similar a la que la Biblia adjudica a Pablo de Tarso justo después de caerse del caballo y antes convertirse en San Pablo. Sospechosa, por tanto. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, sorprendió esta semana a los extraños –es de suponer que los propios estuvieran al tanto– con una declaración de corte ecologista con motivo del 50 aniversario del Parque de Doñana, una de las joyas ambientales de España. La proclama tenía un indudable aroma electoral –se vota el 10 de noviembre– y perseguía dar un golpe de efecto que diluyera las voces (crecientes) que hablan de un cierto estancamiento –en realidad es puro continuismo– en la gestión del tripartito andaluz.
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