Cada uno cuenta el cuento en Andalucía según le conviene, pero lo único cierto, lo indudable, es que el pacto ultramontano (PP-Cs-Vox) va a terminar, cinco años después de su primera entronización solemne, con el peronismo rociero de Susana Díaz, esa singular destilación del socialismo meridional. La situación actual la resumieron en los años ochenta The Smiths con el título de una famosa canción: The Queen is dead. Políticamente, se entiende. Los socialistas chocaron ayer de bruces con la cruda realidad, que no se somete a la bondad de los argumentarios. ¿Resultado de la colisión? Se dieron de cara contra un muro: su candidata, que durante un lustro ha manejado la cámara legislativa a su antojo, convirtiéndola en su pasarela particular, no puede –como anunció– ni ensayar la investidura. Tras el 2-D, es irrelevante. Después de perder la madre de todas las batallas y el predio que le legaron sus mayores, tras condenar al pueblo elegido a vagar por el desierto, su batalla es otra: tratar de dilatar –porque impedirlo se antoja imposible– su relevo al frente del PSOE en el sur.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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