Las grandes crisis económicas, igual que las guerras mundiales, alumbran espantos, alteran los mapas políticos y modifican el carácter de las personas. Son como bombas atómicas cuya descarga de neutrones expande la calamidad y la desgracia por doquier, aunque algunos las sufren más que otros. Los quebrantos no suelen ser equilibrados ni justos, pero tienen un patrón previsible: por lo general, afectan con mayor intensidad a quienes se encuentran en una situación de partida más frágil. La pandemia del coronavirus, que ha tomado el relevo al crack económico de 2008, que en determinados territorios de España distaba mucho de haberse diluido a pesar del paso del tiempo, ha colocado a Andalucía en una inquietante encrucijada cuyas consecuencias políticas son una incógnita.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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