El terremoto de las elecciones autonómicas de Madrid, paradójicamente convocadas en Murcia, ha sacudido el tablero político nacional con la victoria de las derechas –todas ellas populistas– y la fragmentación súbita de las izquierdas, incluido el sorpasso de Más Madrid, el partido de Errejón, al PSOE. Su impacto en Andalucía, donde la hipótesis de un adelanto electoral es desmentida casi a diario, pero también cada vez con más salvedades, abre en el Quirinale de San Telmo –sede de la Junta– una duda hamletiana. Podría formularse así: “Convocar (elecciones) o no convocar, ésta es la cuestión: / si es más inteligente para seguir / en el poder / gobernar con un cadáver / o asumir (ya) la nueva situación”. Moreno Bonilla, que es el único que cuenta con la capacidad legal de disolver antes de tiempo el Parlamento de las Cinco Llagas, sopesa este interrogante, aunque no sabemos si al mismo tiempo conversa con su propia calavera (política). La decisión implica un riesgo más que notable –Andalucía no es Madrid– y escasísimas ventajas a corto plazo, pero dilatarla tampoco es ninguna garantía de permanecer en el poder porque las lecturas de los comicios de Madrid, las tendencias que muestran las urnas, sitúan a las tres derechas del Sur en una nueva coyuntura que contradice y desinfla sus mensajes en favor de la permanencia institucional, que hace meses no admitían excepciones y ahora, sí, aunque sean hipotéticas.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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