Sin duda lo habrán notado, queridos indígenas, aunque acaso no hayan reparado todavía en el colosal sentido (de profundis) del fenómeno. Es acercar un micrófono a un político para preguntarle por cualquier cosa, asunto o situación y oírle decir, igual que un autómata: “El problema presenta una extraordinaria complejidad. Estamos analizando todas las perspectivas antes de tomar una decisión”. Acto seguido ponen cara de importancia (como las patatas) y reclaman a su interlocutor que se haga cargo de la trascendente encrucijada en la que se encuentran. ¿Qué hacer? Por lo general, optan por no decidir nada. Según sus convicciones, equivocarse lo menos posible exige dejarlo todo absolutamente igual. Laissez faire.Nuestros próceres sienten un intenso deslumbramiento por el ejercicio del poder, pero cuando están en disposición de ejercerlo, salvo para contratar a la famiglia y a los amiguillos de la pandilla (véase el caso de Beltrán Pérez, que va a presidir la Corporación Tecnológica de Andalucía sin haber trabajado en una empresa), se acogen a la famosa frase de Bartleby: “I would prefer not to”.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta