El particular relato de las izquierdas políticas sobre Andalucía se presta con facilidad a la analogía bíblica. Están todos los elementos: un pueblo históricamente pobre, la presencia cultural de la tradición católica, una indudable fascinación por la liturgia y los rituales –que aún pervive–, una estructura social marcada por el elemento familiar –las tribus son una forma social que incide en el concepto del parentesco– y la esperanza (para unos sagrada, para otros civil) de una improbable redención. La autonomía sintetizó en sus orígenes –cada vez más remotos– estos factores culturales en una condensación que primero fue política y, más tarde, cristalizó bajo una fórmula institucional. La equivalencia incluye a todo un ejército de patriarcas –los padres del autogobierno–, una grey acostumbrada a vagar por los desiertos, algunos tabernáculos y hasta las tablas de la ley, en este caso bajo la forma de un Estatuto.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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