La natalidad en España –entretenida con la investidura de Sánchez, el conflicto provocado por los nacionalistas en Cataluña y la guerra por el cofre del dinero de las autonomías, que será el asunto capital a la vuelta del verano si finalmente tenemos Gobierno y no hay que repetir las elecciones– ha caído un 40%, según los datos oficiales. Tenemos la tasa de fecundidad más baja de las dos últimas décadas y estamos los penúltimos en las clasificaciones demográficas de la Unión Europea. Todo un honor. En paralelo, el envejecimiento de la población aumenta sin que contemos alguna estrategia cierta para afrontar este grave problema. La ley de dependencia, el supuesto cuarto pilar del Estado del Bienestar, no ha funcionado desde su promulgación. Los recursos necesarios para financiarla han sido desviados por los políticos en su propio beneficio –una parte de los nuevos alcaldes acaban de subirse unilateralmente el sueldo– o para sufragar delirios tribales como el procés.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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