La cosa está que arde. Y no es por el calor estival, que hasta ahora ha sido piadoso con los mortales que resistimos los veranos en la República Indígena. No. Lo verdaderamente tórrido es el congreso del PP que elegirá -este mediodía- al sucesor de Rajoy. Puede pasar de todo. Incluso que todo siga igual (o peor), aunque algunas caras cambien de sitio en el tablero de ajedrez. Lo que se dice renovación, no cabe esperar demasiada: tanto Casado (por la Iglesia) como Santamaría (célebres nupcias en Brasil) son cachorros del partido al que ha expulsado del poder una sentencia judicial -categórica- por corrupción, moción de censura mediante. Es indudable que la guerra (entre iguales) proseguirá con independencia del resultado. Si alguien espera que de este cónclave salga un partido unido alrededor de un líder puede irse despidiendo. Las opciones no son de futuro. Se enfrentan dos formas de pretérito: Aznar versus Rajoy a través de escuderos. No es un menú apasionante ni para un hambriento.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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