Lo cuenta Nuncio Ordine, profesor de literatura en la universidad de Calabria y autor de ‘La utilidad de lo inútil’ (Acantilado): “En el segundo libro de la ‘Eneida’, cuando Virgilio relata que Troya está en llamas y Eneas debe partir para cumplir su misión –fundar una nueva civilización– lo primero que hace es coger a su padre, el anciano Anquises, y ponerlo sobre sus hombros. No podemos construir el futuro sin el pasado. En la lógica economicista los mayores no sirven. Desde el punto de vista cultural son el fundamento de la civilización. Eneas no puede irse sin su padre. Hay que estudiar literatura sólo para entender esto”. La cita, una reivindicación gloriosa de las Humanidades en este tiempo tan inhumano, parece ejemplar para ilustrar el holocausto que desde la irrupción del coronavirus se está viviendo en muchos de los asilos del país, donde a la trágica primera oleada de muertes, un Apocalipsis con escenas dantescas, entre ellas las de muchos viejos abandonados a su suerte o encerrados bajo llave en sus habitaciones, se le suma ahora una segunda ola –oficialmente de intensidad menor– que en algunos territorios sigue arrojándonos a la cara pavorosos cuadros de horror.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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