En su excelente Historia de Roma, Indro Montanelli, soberbio periodista italiano, escribe refiriéndose a la segunda dinastía de herederos de Octavio Augusto: “De los diez emperadores que se sucedieron en cientoventiséis años, siete murieron asesinados. Había algo en el sistema que no funcionaba y que tornaba sanguinarios hasta a los hombres dispuestos al bien; algo más decisivo que el mal hereditario que tal vez corrompía la sangre de los Julio-Claudios. Ese algo hay que buscarlo en la transformación de la sociedad romana en los tres siglos previos”. No ha hecho falta tanto tiempo –casi dos años son suficientes– ni que rueden cabezas, aunque alguna que otra haya ido a parar a la cesta de los guillotinados por la desgracia súbita, para que los socialistas andaluces, antaño la agrupación más poderosa del PSOE federal, comiencen a caer en la cuenta de que se encuentran en una encrucijada tan imprevista como mortal. Quizás, ante el principio de su fin. Como se aproxima la fiesta de los difuntos, lo resumiremos con el lenguaje del Halloween: “No es un susto, es la muerte”.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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