El urbanismo, en Sevilla, va como un tiro. Es tan rápido que la vista del hombre común no alcanza a distinguir el extraordinario movimiento -la actividad, el desarrollo, la velocidad cuya poesía descubrieron con su canto a la máquina los futuristas italianos- del reposo. Aparentemente, no ocurre nada. Y, sin embargo, sucede. Ya lo creo que sucede. El equipo municipal que nos gobierna anunció este lunes, sin miedo a la canícula de agosto, y tras el tórrido mes de julio, que va a comenzar sin demora «los trámites para contratar un plan de accesibilidad universal». Trascendente, ¿verdad? Preguntamos en qué consiste la cosa. Nos explican que se trata de «un documento maestro» para analizar «las barreras que dificultan el movimiento de las personas y determinar prioridades para resolver este problema».
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