El tiempo es el principal patrimonio de un político. Y también el que se evapora más rápido. Que suenan, aunque sea en la lejanía, los primeros tambores electorales de las municipales de 2019, para las que todavía resta un año y nueve largos meses, no es un secreto. Tampoco es ningún misterio que el balance político del mandato municipal no es precisamente ejemplar. Se nota mucho. Entre otras cosas porque Juan Espadas, el actual, ha empezado últimamente a hacer sospechosos anuncios en los que se percibe cierta insistencia en el incienso para, igual que en las iglesias del Medievo, disimular aquello que no presenta su mejor aspecto. El último hito ha sido un plan de inversiones públicas por 93 millones en más de 150 proyectos. Parece un éxito extraordinario en estos tiempos de carestía, pero se trata de un simple señuelo. Sobre todo si se analiza la envergadura y el impacto de estas iniciativas.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
Deja una respuesta