Alejo Carpentier, el padre del realismo mágico, tiene un relato (alucinante) en el que un hombre recorre el curso del tiempo desde el crepúsculo de su vida hasta el vientre de su madre, en un viaje en dirección a la semilla de su origen que discurre en sentido opuesto a la agujas del reloj del tiempo, señor de todas las cosas. Su existencia, que es también la nuestra, aparece, igual que las notas de un concierto desafinado, como una sucesión de escenas en movimiento inverso que muestran lo pasajero que es el hecho de habitar el mundo. En el cuento, los retratos de sus antepasados cobran vida, se oyen las voces de los muertos por los pasillos vacíos de su casa, los relojes dan las cinco, luego las cuatro, más tarde señalan las tres. Su fin es narrado como un comienzo. El universo se contrae en cámara lenta, hacia atrás.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta