Sevilla es una ciudad-trampantojo. Simula lo que no es. Presume de lo que no tiene. Se está viendo con claridad en el programa de actos de conmemoración del 25 Aniversario de la Expo 92. El evento principal, cerrado al público, tuvo lugar la pasada semana en el Real Alcázar, sospechosamente lejos de la Isla de la Cartuja, que era y es su territorio natural. Ayer volvimos a verlo, de nuevo en un acto restringido al que no se podía ir sin invitación, en el Pabellón de la Navegación, donde la asociación civil Legado Expo inauguró la exposición de objetos organizada para celebrar el 25 Aniversario de la Muestra Universal. Ambos actos estuvieron cerrados a los sevillanos, que fueron los que dieron a la Expo la mitad de su rentabilidad bajo la forma de ingresos y visitantes. Convendría preguntarse el porqué. ¿Acaso porque nuestras élites políticas siguen viendo la Muestra como un elemento patrimonial?
Un análisis para El Mundo.
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