Andalucía es una corte peronista. Y cualquier corte, como escribió Josep Pla, se compone de dos elementos: los de arriba y el pueblo; en este caso formado por un mar de contribuyentes indignados. Ante la falta de capacidad para solventar los severos problemas de la patria, los próceres de la autonomía –que es sólo suya– han decidido hacernos pasar un verano efervescente y, con julio cumplido, se sacan de la manga un debate sobre la jornada de los empleados públicos, con los que todos estamos superlativamente contentos. Como los docentes disfrutan ya de su primer mes de vacaciones –les queda aún un agosto solemne–, las consecuencias las estamos notando en el ámbito sanitario, germen de la sucesión de mareas ciudadanas en contra del susanato, que sólo suministra trigo a su particular grey.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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