Cada generación histórica tiende a creer que su visión del mundo goza del extraño privilegio de resistir al paso del tiempo. La sensación de eternidad, sin la que no podríamos dar ni un paso, es una suposición (temporal y estadística) basada en la extraordinaria fuerza de los hábitos. Una abstracción que obedece a la mera costumbre. Un espejismo (colectivo) que se sustenta en el ritual simbólico de la repetición. La vida desmiente todos los días esta idea: cualquier existencia es alteración, cambio, evolución. E implica también un cierto grado de corrupción. Lo único que permanece quieto en el universo es aquello que está muerto. A tenor del augurio de las encuestas, que llevan meses señalando, con variantes y según la conveniencia de quien las encarga, que el PP va a ser la lista más votada en las elecciones del 19J, preludio de un cambio de ciclo en el tablero político estatal, cualquiera podría suponer que, además de decidir en qué manos va a quedar el poder autonómico, simbolizado en el Quirinale de San Telmo, en simultáneo vamos a presenciar un viraje en la identidad de la gran autonomía del Sur. Vivimos las vísperas de una suerte de reinvención de Andalucía.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
Deja una respuesta