El Parlamento de las Cinco Llagas ocupa un antiguo hospital de desahuciados de la Sevilla del Siglo de Oro que albergaba a las víctimas de la peste. Hasta su reforma, acogió también una maternidad. Unos nacían allí a la vida y otros se despedían de este mundo. En su centro geométrico se alza una alta iglesia de cruz latina, desconsagrada y adaptada como plenario legislativo. Tiene tres puertas. Por la principal entran los invitados. Por las laterales, los fieles diputados de signo divergente. Ayer bastaba rodear el perímetro del templo para encontrarse con las dos caras de la existencia. A la diestra se congregaban los socialistas, en actitud casi de duelo: un coro famélico de altos cargos menguantes, el último gobierno del susanato desfondado y notables que asistían a su sepelio con una sensación de incomodidad y risa nerviosa. A la siniestra, socializaban los dirigentes del PP, traidores cospedalistas incluidos, con motivo de la coronación de Moreno Bonilla como séptimo presidente de Andalucía.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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