La historia es la mejor maestra que existe. En la vida y en la política. Se atribuye a Edward Gibbon, el primer historiador moderno, la enseñanza de que las virtudes de la fortuna no perdonan a nada ni a nadie. Igual te sitúan en la cúspide (aparente) que pueden hacerte caer a un pozo negro. Todo depende de cómo sople el viento. Si es que sopla. El escritor británico, autor de un monumental relato en seis volúmenes sobre la decadencia y la caída del imperio romano, fue un consumado maestro en el arte de los augurios. Su sabiduría procedía de la observación y de la lectura atenta del pasado, que casi siempre se hace presente por analogía.
La Roma del ‘susanato’
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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