No hay nada mejor que unas vacaciones de pueblo, a la manera de las Geórgicas de Virgilio. Como sabemos todos aquellos que ya vamos teniendo una (in)cierta edad, éstas no son en realidad unas vacaciones, sino un confinamiento bucólico. La Marisma se precipita hacia el estío inminente de las mascarillas. Por un lado, el Adelantado Marín nos dice que, aunque el retroceso turístico va a ser muy importante, al final será menos malo de lo que auguraban las previsiones. ¿Qué previsiones? Las que tenemos encima de la mesa, que son las suyas, hablan de 100.000 trabajadores menos y 10.000 millones en pérdidas. Poca broma. Los empleos en el turismo, ya lo sabemos, son como los unicornios: bellas mentiras. Lo correcto es hablar de contrataciones temporales por horas, días o semanas. Un empleo es otra cosa distinta.Claro que este término, como otros, en la República Indígena puede significar cualquier cosa. Según convenga. Nuestros próceres llaman riqueza a lo que es mero flujo dinerario decreciente (y en la misma dirección) y califican como industrial al dueño de un chiringuito de playa.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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