«La familia, como institución, es un nido de perversiones», escribió Simone de Beauvoir. Probablemente la escritora francesa, al rubricar esta frase, no pensaba en la peor forma de unión de sangre de todas las posibles: la famiglia política. Un sitio donde el amor nunca es del todo sincero y el aparente desinterés casi siempre resulta interesado. El hogar de las grandes mentiras. El escenario recurrente del mayor teatro del mundo -obra única: la vanidad del poder- y la residencia cierta de las miserias más terrenales. Ustedes, queridos indígenas, sabrán perdonarnos este desahogo. Llevamos casi tres décadas sin interrupción contemplando el espectáculo en primera fila. Y casi nunca hemos visto en la vida pública sevillana cosas que sean verdaderamente dignas de encomio.
La Noria del miércoles en elmundo.es
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