Las inmisericordes leyes de la sequía establecen que a medida que va quedando menos agua en el último oasis más cocodrilos aparecen en la charca. Parece una frase rotunda, pero es la que más se aproxima a la situación de las (supuestas) izquierdas en la Marisma más de un año después de que, por aquella milagrosa carambola, el Reverendísimo Bonilla y el Adelantado Marín, apoyados desde fuera por los ultramontanos de Vox, se coronaran a sí mismos como nuevos monarcas de Il Quirinale. Desde entonces, en la Marisma vivimos la sagrada hora del escabeche: un cambio (sin cambio) que, salvo en materia de urbanismo, donde los negocios son los negocios y todos los gatos son negros, ofrece justo lo contrario de lo que prometió.Los arrepentimientos de las derechas reunidas a lo largo de este tiempo han sido numerosos y más que suficientes para que la oposición parlamentaria -esa ligazón entre los restos del peronismo rociero (en sus últimos días) y el koljós de la Violeta Rodríguez- hubiera puesto en aprietos la estabilidad del bipartito. La laguna, sin embargo, está en calma.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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