Uno de los lugares comunes de la propaganda política sostiene que una mentira repetida mil veces termina indefectiblemente convirtiéndose en verdad. Para que ocurra, sin embargo, es necesario que los estafados -en este caso, los electores- no tengan noción alguna, o una impresión vaga, de la materia particular sobre la que se construye el engaño. Cuando existe un conocimiento de primera mano, la sabiduría que parte de la experiencia, la fórmula de Goebbels se invierte y el remedio resulta ser peor que la enfermedad. En esta espiral parece haber caído el Quirinale a unos meses del adelanto electoral. Cada vez que el Reverendísimo o Aguirre, el consejero simpaticón, afirman en público que la sanidad indígena se encuentra en una situación «robusta» muere un gatito. Y dos, tres, cuatro, cinco… Así, hasta el infinito. Recurrimos al humor como atenuante, porque la cuestión no tiene maldita gracia.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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