“Cuando te acosa la desgracia, haber sido feliz es triste”, escribe Boecio en Consuelo de la Filosofía, la meditación que el filósofo latino compuso antes de su ejecución, por motivos políticos, en la cárcel de Pavía. La rueda de la fortuna es una noria ingrata: un día te asciende a las alturas; al siguiente te conduce hasta la sima. Tal parece ser la deriva de la pandemia del coronavirus en Andalucía, donde se ha pasado durante la primera ola de una situación grave, pero mucho menos alarmante que en otras partes de España, a una coyuntura absolutamente demencial. En junio, recién salidos del confinamiento, el gobierno regional sacaba pecho político gracias a los datos estadísticos de la epidemia, menos desfavorables que en Madrid o en Barcelona, una circunstancia –pasajera– que entonces presentó como un mérito conseguido gracias a su gestión. “Estamos preparados para frenar al coronavirus”, proclamaban. La situación, meses más tarde, ha dado un viraje completo. Y a peor. La ley de Murphy –si algo puede salir mal, sin duda saldrá peor– se ha cumplido con una exactitud matemática.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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