En su célebre Comedia, traducida al español por el gran José María Micó, Dante sitúa a los traidores junto a Satanás, en el noveno –y último– círculo de castigos del Infierno. Allí purgan sus pecados contra Dios, la patria y la familia –seleccionen el concepto que más les guste– los asesinos de Julio César, Bruto y Casio. También está Judas, el discípulo infiel que vendió al Mesías por treinta viles monedas de plata, que es torturado sin descanso por Belcebú. El poeta enuncia en el canto 32 de su poema una alegoría del mundo cuya topografía adopta el nombre de los grandes delatores de la historia: el Caín del Génesis, Antenor, de la Ilíada, y Ptolomeo, aquel gobernador de Jericó que tenía la costumbre de matar a sus huéspedes. Todos son seres moralmente despreciables. Y sin embargo, al mismo tiempo, pueden ser considerados héroes si en lugar de asumir el relato oficial de la historia los miramos desde su reverso.
Las treinta monedas del PSOE andaluz
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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