En periodismo acostumbra a decirse que un diario que carece de una voz propia –o al que no le interesa tenerla– publica muchas entrevistas. Es una forma de impostura que permite disimular la incapacidad profesional y, de paso, constatar la cobardía de sus editores, circunstancias que no sólo no son contradictorias sino que, con bastante frecuencia, se convierten en complementarias. Lo mejor para no señalarse en exceso –actitud frecuente en este oficio– es dejar que todo el mundo (léase, los amigos de los dueños) hable en sus páginas y, acto seguido, presumir de una gozosa pluralidadque, de puertas adentro, no se practica jamás. En algunas raras ocasiones, sin embargo, se produce el fenómeno contrario: determinadas conversaciones con personajes relevantes, sobre todo si se trata de una publicación plebeya, primeriza o no consolidada, ayudan a una cabecera a dotarse indirectamente de una respetabilidad que no podría lograr por una vía alternativa, dada la ausencia de público, tiempo o confianza. El talento en préstamo siempre suma: ayuda a que se perciba el propio y, a la larga, termina configurando un círculo virtuoso en términos editoriales que, si perdura en el tiempo, contribuye a la supervivencia y a esa forma de éxito periodístico que es la influencia.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
Deja una respuesta