Últimamente se han puesto de moda las fotos de los políticos indígenas posando en grupos y con mascarilla. Instantáneas donde la distancia de seguridad, entre dos y tres metros, se limita a uno. Por lo general, tienen un hermoso marco patrimonial -edificio o sitio histórico- de fondo. A sus protagonistas parece no importarles mucho los riesgos del intercambio social; en la Marisma, ya sabe, la distancia siempre han sido un concepto relativo. Lo importante, por supuesto, es el retrato coral. ¿Qué harían nuestros próceres sin gente y una cámara delante? Niente. A primera vista pueden dar la sensación de ser estampas entrañables en favor de la normalidad, pero a nosotros nos recuerdan aquella foto en sepia de El resplandor de Kubrick, dicho sea -por supuesto- sin ánimo de ofender. Somos descriptivos. La composición del cuadro es la misma: un extraño comité de bienvenida que asusta, más que reconforta.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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