Era cuestión de tiempo. En este caso, electoral. En vísperas de las generales adelantadas por la Moncloa tras fracasar la entente cordiale con el independentismo, la nueva coalición que gobierna Andalucía (PP y Cs) gracias al apoyo de Vox no podía seguir indefinidamente con un perfil político tan bajo, casi subterráneo. Básicamente porque los ultramontanos de Santiago Abascal, que son sus socios parlamentarios pero al mismo tiempo pueden dejar de serlo en cualquier momento, llevan marcándoles el paso –como los militares en reserva que están fichando para el 28A– desde el primer día. La prudencia, hasta ahora el mantra de San Telmo, está desgastando demasiado rápido al nuevo ejecutivo, excesivamente tímido a la hora de abordar cualquier reforma en la Administración autonómica.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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