LOS interinos de la educación pública andaluza son gente deliciosa. Estupenda. Extraordinaria. ¡Qué suerte tenemos! ¡Cuán superlativa es la calidad de nuestros profesores temporales sin plaza! ¡Somos la envidia de Occidente! No nos imaginamos cómo es posible que, teniendo a estos dedicadísimos profesionales, esforzados jabatos y singulares docentes, los datos de calidad de nuestra educación, la otra joya de la corona (de espinas) de la Marisma, sean los que son. Las estadísticas faltan seguro a la verdad: la República Indígena es la nueva Atenas de Pericles, un paraíso intelectual donde el fracaso escolar no existe y los temporales de Secundaria se-dejan-la-piel, exactamente igual que Su Peronísima.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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