Decía don Francisco de Quevedo, escritor nada sospechoso de separatista, que la hipocresía, siendo una falta moral, es también una bendición cuando estás en política. Debe ser por eso, por un amor mayúsculo a las virtudes públicas, que los ultramontanos de Vox, facilitadores del cambio de cromos en la Marisma, han empezado la legislatura practicando el tiro al plato o, en este caso, lanzando un dardo (venenoso) contra la nueva consejera de Asuntos Sociales, Rocío Ruiz (Cs), a la que quieren reprobar en sede parlamentaria porque hace cinco años escribió un artículo en un periódico de Huelva calificando a las cofradías como “desfiles de vanidad y rancio populismo cultural”. Un escándalo cósmico, por supuesto, al que se ha sumado hasta Podemos, alegando que criticar “al pueblo” es una actitud “clasista”.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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