Las declaraciones de bienes de nuestros próceres, esos seres desinteresados y carentes de cualquier vanidad, son como el dogma de la resurrección: te las crees porque no te queda más remedio, no porque se presuman ciertas. ¿Cómo? ¿Acaso van a mentir los ilustres diputados al Parlamento? Indudablemente, no: los políticos no mienten nunca (jamás). Se limitan a contar medias verdades, a utilizar su característica «forma de expresarse», como nos ha recordado el consejero de Economía, de nombre Rogelio (Velasco), pero, para su pandilla, simplemente Roger. Alguno habrá, cándido, que pensará que publicando sus propiedades -incluido el Porsche de Imbroda- y sus saldos bancarios están fuera de sospecha. Pues no.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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