La política indígena es el retablo de las maravillas. El único cambio cierto de la legislatura del escabeche va a consistir en alterar -si los nuevos augurios no nos engañan- el calendario electoral natural. La cosa tiene un indudable mérito: el gobierno del cambio (sin cambio) va a despedirse con una única, impar y solitaria reforma: adelantar (por intereses partidarios) la fecha de las urnas. Que en el Quirinale hablen de un adelanto técnico, como predican los heraldos de San Telmo, es una milonga piadosa, incluso enternecedora. Una fábula para lerdos y despistados. Que el día anterior -el quiebro fue en Huelva- el abate Bendodo y el Adelantado Marín, envidia de las academias, negaran la mayor era una cortina de humo para quienes piensan que el periodismo consiste en repetir –ad nauseam– lo que dicen en público los próceres. Ellos dos van a abandonar de inmediato el salón del baile. Santas milongas.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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