Una de las peores formas de demagogia consiste en hacer carrera, y de camino engordar el patrimonio personal, gracias a la manipulación (interesada) de las desgracias ajenas. Un hábito que afecta –casi sin excepciones– a todo el arco político, pero que es especialmente recurrente en el caso concreto de los socialistas indígenas. Desde que perdieron el Quirinale aquel gélido mes de diciembre de 2018 o no dan pie con bola o repiten, cual infantes de una madrasa integrista, los mismos argumentarios, adolescentes y añejos, de la Santísima Transición. La culpa, por supuesto, así lo ha explicado el Quietista Espadas, es de la prensa, que no presta atención al descomunal talento que habita en la calle San Vicente. No han entendido todavía que su tragedia viene de lejos y va para largo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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