Desde que en la República Indígena carecemos de reina, los Lunes de Pentecostés no son lo que eran. Hay quien lo lamenta: el Reverendísimo Bonilla, sin ir más lejos. Estos días, entre las visitas al vivero de San Jerónimo -con chaqueta azul- para predicar la sostenibilidad y el ecologismo que su gobierno no practica -véase la ley de urbanismo- y las videoconferencias, Il Presidentino ha dedicado un mensaje -sentidísimo, oigan- que hubiera firmado cualquier costumbrista. Foto en blanco y negro con la basílica de Almonte al fondo: «Hoy acaba un Lunes de Pentecostés distinto para muchos andaluces y españoles acostumbrados a vivir este día de manera especial. Esperemos que sea un breve paréntesis de un año y pronto volvamos a disfrutar con plenitud y devoción de nuestras tradiciones en #ElRocío». Ahí es nada. Suponemos que el objetivo de tan hondo speech era quedar bien con las huestes rocieras, que este año no pueden sumergirse en las arenas ni montar esas fiestas místicas que suelen hacer con sus cabestros camino de la capital religiosa de la Marisma. Lo que no entendemos es la sutil diferenciación entre «andaluces» y «españoles». ¿No son acaso lo mismo?
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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