Los arqueólogos, brujos que leen el significado de las piedras y asignan un sentido mágico a los objetos vulgares del pretérito, afirman que la habitación mayor de las ruinas de Qumrán, el yacimiento del desierto de Judea habitado por la secta pobrista de los esenios, donde hace 75 años exactos aparecieron los manuscritos evangélicos del Mar Muerto, es un templo sagrado dedicado al sol, aunque sus últimos dioses fueran los beduinos. Un día del calendario, en el solsticio de verano, los rayos solares iluminan sus cuevas con una inclinación que reproduce el mismo ángulo con el que los egipcios diseñaban la casa sagrada de AmónRa. Todos los pueblos antiguos (casi sin excepción) rendían tribuno al astro rey, que lleva quemándonos desde el origen mismo del universo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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