Cada cierto tiempo llega desde Galicia, cuyos grandes próceres políticos se han trasladado a Madrid sin dejar (mentalmente) la provincia de la Coruña, alguna propuesta (interesada) que sugiere la necesidad de un acuerdo entre el PP y el PSOE –los dos grandes partidos, que hace tiempo que ya no lo son tanto– para pastorear al rebaño (léase los votantes) y conseguir que la democracia y sus colinas, cuya topografía varía en función de los altibajos que establece cada cita electoral, se avengan, por concordia mutua, a pasar por debajo del arco de su triunfo. De forma imperceptible, pero constante, igual que el orballo, lo mismo que la letanía de las olas de la Costa de Morte, la tentación de firmar un pacto para limitar las sorpresas que deparan las urnas acaba mojando el tablero político ibérico. La última temporada de esta serie –que gobierne la lista con más votos– tiene la rúbrica de Feijóo, el aspirante. Y su puesta en escena tuvo lugar esta semana en el sagrado Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, cuna de la brevísima Constitución de 1812, que fue un paréntesis entre dos absolutismos sucesivos.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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