El lenguaje impostado, salvo cuando se utiliza para fines irónicos, es el reino de los bobos solemnes. No es que queramos insinuar -lo diríamos directamente- que el Ungido Espadas, líder (circunstancial) del socialismo indígena, caiga dentro de esta categoría, pero a veces tiende a aproximarse a ella peligrosamente. Lo hace de forma natural, espontánea y, sin duda, sincera, pero su particular expresividad no contribuye a creer que tenga los pies en el suelo. En parte, porque el terreno que pisa es inestable. El Quietista, que sabe que la guerra de las municipales va a ser su Waterloo, ha decidido mimetizarse con el Reverendísimo en la creencia (vana) de que es suficiente hacer esto para recuperar el espacio político perdido. A este objetivo obedece su propuesta (léase rendición) sobre la bajada de impuestos y sus originalísimas ideas acerca de la sequía. Ambos asuntos han sido expuestos a Il Presidentino en las charlas del Quirinale, que Espadas denomina, incurriendo en el vicio de la grandeur, «encuentros bilaterales».
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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