La vida, como escribió don Nicanor (Parra), el gran antipoeta, es igual que una montaña rusa: «Suban, si les parece./ Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices«. Se nota sobre todo durante las vísperas electorales, que copan el calendario oficial de la Marisma. Si descontamos los feriados, las licencias para los cursillos de mindfulness y los interminables desayunos de los funcionarios y asimilados -protegidos por convenio, por supuesto: se trata de una institución meridional- la jornada laboral (es un decir) de la Junta se queda en nada. No es extraño que los interinos de la autonomía, almas cándidas que reivindican lo imposible, quieran que se les reconozcan –by the face– los méritos de décadas en favor de la patria. ¿Quién si no ha salvado a la hostelería de la crisis? Ellos, sin duda.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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