El cambio en la Marisma, otrora la única República Indígena con una Reina, empezó este jueves a consumarse. Sólo unas semanas después del 2-D, el día de la caída de Troya, jornada mayor del quebranto susánida. Como el factor que ha alterado el statu quo heredado -los cuarenta años de patrimonium socialista, incluido el lustro de peronismo rociero- es la irrupción de los ultramontanos de Vox, que se estrenaban en una cámara legislativa, lo resumiremos a la manera marcial; militar, por supuesto: «Al alba y con tiempo fuerte de Levante, 35 nudos de viento, salieron los helicópteros que transportaban a los doce soldados de las Cinco Llagas». Los patriotas -llamémoslos así- coparon, sin siquiera abrir la boca, todo el protagonismo de la misa del adiós a cuatro décadas (infinitas) de hegemonía socialista. Sus votos, sumados a los de PP y Cs, ya articulan el tripartito que va a regir Andalucía. Y su presencia fue también el pretexto que los diputados de Adelante Marismeños (Podemos-IU) aprovecharon para saludar a la nueva presidenta del Parlamento, Marta Bosquet (Cs), con un acto de desacato.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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