La vida es maravillosa. Llevamos dos noches (con sus días) sin dormir leyendo la petalada de condenas, maldiciones, insidias, insultos e imprecaciones que nos dedican los Santísimos Funcionarios del susanato -la Administración es otra cosa- por atrevernos, ¡oh, osadía!, a criticar la reducción de su jornada laboral en un par de horas y media y evidenciar que la norma de las 35 tiene menos sustento legal que la República Catalanufa. Lo decimos desde el gozo porque no hay nada que guste más a un periodista impertinente que recibir muestras de amor apasionado donde los adjetivos intensos no caben en el folio mientras los argumentos no aparecen por ningún lado. En estas reconveniencias tenemos de todo, aunque su común denominador sea salvaguardar privilegios de clase. Nada raro: los grupos privilegiados se tienen por tales en su fuero interno pero niegan tal condición en público para no perderla.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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