Sabemos, gracias a Chesterton, que las multas son más baratas que los impuestos, ese mal ecuménico que los políticos y algunos funcionarios celebran con argumentos -falsamente solidarios- que, especialmente, les benefician a ellos. Lo que no sabíamos es que un descenso de la presión fiscal no es garantía de felicidad. Lo dice, en el carrusel de entrevistas que se ha organizado para ir calentando en la banda, el Ungido Espadas, líder del PSOE en la Marisma y héroe virtual de una Reconquista que las encuestas desmienten. El Quietista sostiene que la bajada de tributos de la que tanto presume el Quirinale es un fake. Su argumento: «una bajada de ochenta euros no le cambia la vida a la gente ni mejora el futuro de los jóvenes». Vaya. Lo que es indudable, sin embargo, es que con ochenta euros se pueden hacer muchas más cosas que sin ellos.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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