Uno de los rasgos que definen a Vox, el partido nacionalista cuyo ideario se circunscribe a agitar la bandera de España, igual que otros identitarismos indígenas mueven la enseña de sus patrias, sean ciertas o inventadas, es la fidelidad a su caricatura. Esto es: son exactamente como parecen. Hay quien considera esto autenticidad -Dios les conserve la vista- y otros lo enjuician como la señal irrefutable del automatismo político. Por automatismo queremos decir lo siguiente: preguntas por el paro y agitan la banderita; interrogas sobre la forma de gobierno y dan vivas al rey -sin especificar si se refieren al emérito, al heredero, o a ambos-; les pides su opinión de la pandemia y te sueltan que el virus (coronado) es chino. Y todo en este plan.Los voxistas no improvisan: a todo aplican la misma receta. Son absolutamente previsibles.
El Bestiarium en El Mundo.
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