“En este mundo sólo hay dos maneras de triunfar: gracias al mérito personal o ayudado por la imbecilidad ajena”, escribió Jean de La Bruyère, moralista francés del siglo XVII y maestro en el sublime arte de la sátira inteligente. Su reflexión se adapta como un guante al triunfo del Reverendísimo, que esta misma semana estrenó su gabinete (orgánico) después de organizarse una ópera estival ante la fachada barroca del Quirinale, con orquesta propia (que pagamos todos), para posar radiante en un sinfín de retratos enternecedores para su álbum familiar. Lo venimos escribiendo desde hace tiempo: la recurrencia que muestra Il Presidentino a ser la estrella de su serie preferida –Vita Privata– va a ganar mucha intensidad con la absolutísima. Al Gran Laurel del 19J se le ve suelto, feliz, relajado, dispuesto. Todos le buscan (no siempre con nobles intenciones) y los heraldos estudian sus gestos. Su fielato –que ahora es legión– calibra su sonrisa. Los destituidos no le guardan demasiado rencor por prescindir de ellos y hasta los pájaros de los jardines de San Telmo le cantan serenatas a través de las ventanas mientras un rayo del sol del Mediodía ilumina sus paseos intramuros del palazzo. La vida, sin duda, puede ser maravillosa.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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