Las disputas familiares, sobre todo si son telúricas, suelen terminar bañadas en sangre. Es lo que tiene la ancestral institución de los clanes: nada es neutro, todo se convierte en un asunto personal. Estos días de noviembre estamos viendo en Huelva, sitio colombino, una guerra civil entre los menguantes susánidas, que a este paso van a caber en un microbús, y la tribu de los marios, que tiene nombre de insigne estirpe romana pero, igual que los antiguos fenicios, fundadores supuestos de Tartessos, es más bien amante de los metales afilados que sirven para asesinar a quienes hasta hace prácticamente nada trataban como sus caro fratelli. El episodio, que ha partido en dos al PSOE de Huelva, trasciende lo local y proyecta hacia un futuro inminente -mayormente distópico- el final político de Su Peronísima (reducta), cuyo elocuente silencio trasluce una nueva derrota ante Ferraz, por cuanto pone término a la ficción -alimentada entre todas las partes- de que existía una pax sanchista en la Marisma. Por supuesto, nunca hubo tal.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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