El infierno del Dante, en Sevilla, tiene la forma (florida) de una velá popular. No hay nada que guste más a un indígena que una casetilla, unas palmitas al compás, unas sevillanas (rocieras) y esa alegría que sube por la espalda y transforma los rostros -léase caretas- en la misma representación del gozo. No hay nada igual. En la Muy Leal y Muy Noble, que no es ni lo primero ni tampoco lo segundo, la felicidad de la gente sencilla, el paraíso de los simples, es una fiesta improvisada con farolillos y música cuchi-pandi, a ser posible Canal Sur style, ese cóctel impagable que entretiene nuestros días y nuestras noches.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
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