El destino es una moneda bifronte que, según sea el carácter de cada hombre, cae de un lado, pero que perfectamente hubiera podido inclinarse por la cara contraria. Los hagiógrafos de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875-1951) dibujan al caudillo golpista, general por orden deAzaña, consuegro de Alcalá-Zamora y, antes, seminarista en León, soldado en Cuba y militar tumultuario en el Rif, como un valeroso héroe que detuvo la amenaza de la turba marxista en el Sur de España en el verano de 1936, pero otros retratos algo más exactos del personaje, cuyos restos salieron en la madrugada del jueves de de la Basílica de la Macarena -construida en la posguerra gracias a una extorsión piadosa de colectas y sacas de dinero público ordenadas por el general, con ínfulas de señorito y pretensiones de duque- sobre el solar de Casa Cornelio, una antigua taberna anarquista destruida en 1931 por el gobierno republicano, lo retratan como un perfecto cobarde, que es una de las condiciones genéticas del traidor.»Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es», escribió Borges.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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