Se atribuye a Churchill, ese pozo sin fondo de sentencias irónicas, una frase que define a un buen político como aquel que, tras haber sido comprado, sigue siendo comprable. En el caso de los socialistas andaluces, que el pasado 2D perdieron la hegemonía política en el Sur tras cuarenta años en el poder, esta regla es, si no exacta, bastante aproximada a la realidad. El dominio institucional, la Junta de Andalucía, un universo paralelo en sí mismo que ha terminado devorando a la propia autonomía, convirtiéndola de facto en otra cosa distinta, es el factor que durante estas largas cuatro décadas ha inclinado la balanza del mando orgánico en el PSOE. Toda una paradoja: los partidos políticos nacen para conquistar el poder; pero cuando lo consiguen es este poder (encarnado en el control del presupuesto) quien en último término los gobierna a ellos por dentro. Casi nunca sucede al revés.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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