El gran G.K. Chesterton, escritor británico, describía a la familia, esa asociación sentimental, cuna de todas las civilizaciones, salvo la espartana, como una “cosa sagrada, antigua y salvaje”. Para los andaluces, desde luego, lo es. Y con idéntica prelación de adjetivos. En los últimos cuarenta años Andalucía, igual que el resto de España, ha vivido una revolución social que ha ampliado el significado y las funciones de la familia, modificando su modelo más tradicional para escándalo de las mentes cerriles. Un signo de progreso –no exento de riesgos– que ha hecho que la convivencia familiar, lejos de diluirse, gane en popularidad, como muestran casi todos los estudios sociológicos.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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